quarta-feira, fevereiro 17, 2010

La cola de los gatos


La cola de los gatos es un punto de interrogación vivo; la de los perros es un punto de exclamación.

Las nubes son gotas de agua que olvidaran donde está su casa; cuando se acuerdan, llueve.

Las abejas son pequeños dragones y la colmena el castillo donde guardan su tesoro dorado.

Sólo los árboles se desnudan para pasar el invierno.

El humo es la sombra del fuego.

Las nubes son charcos de agua en el cielo.

Las buenas ideas suelen tener sólo un progenitor, y las malas todavía menos.

La lluvia hace nacer flores y paraguas.

La tradición es el ancla de la cultura; para viajar basta sacarla del agua, no es necesario echarla al fondo del mar.

El ancla no fue inventada para que las naves no se muevan, sino porque se mueven.

En el mundo todo está donde debe estar: ¡qué calor tendrían los esquimales en los trópicos!

El amor puede llenar el corazón, pero no hace nada por la memoria.

Las memorias son como fotos viejas; lo que les falta en nitidez y color, compensan en sentimiento.

En la cabeza de un alfiler, son tantos los ángeles que creen que el gato de Schrödinger está vivo como los que creen que está muerto.

La filosofía y la teología admiten dos tipos de verdades: aquellas de las que se puede hablar y.

Todos los gatos son ornitólogos.

Durante el día la noche se esconde en las sombras.

El que el sol nunca deja de ver a la luna es tan claro como la luz del sol en la luna.

Sólo la culebra sabe dónde termina el cuello y empieza la cola.

Si la serpiente tuviera manos habría cogido ella misma el fruto prohibido.

El coche es una ingeniosa invención que permite que pasemos más tiempo en el tráfico para irnos a trabajar más lejos de casa.

Un gato nunca inventaría la bombilla.

Incluso en el país del sol naciente él se pone.

Ante un dilema moral, todos somos cómo daltónicos mirando un semáforo: sabemos que rojo es para parar y verde es para andar… pero ¿cuál es cuál?

Individualistas del mundo, ¡uníos!

Hace mucho tiempo hubo una república felina donde vivían mil gatos, y todos los años tenían una elección donde mil electores votaban en mil candidatos y todos se quedaban empatados.

Hace mucho tiempo los periquitos inventaron la democracia perfecta: todos hablan y nadie escucha.

Los secretos, cómo los vampiros, mueren al ver la luz del día.

El oasis es el acné del desierto.

Para el relativista hay dos tipos de verdades: las suyas, que son relativamente seguras, y las de los demás, que son seguramente relativas.

Los navíos en el puerto dicen ¡Om!

El hombre quiso imitar el otoño e hizo la basura.

Sólo las estrellas no saben lo que son estrellas.

Quien ama sus manos no puede amar a un gato.

El perro sabe que hay que ir para venir.

No cayera la luna tan deprisa y tal vez consiguiera caer.

Hay gente que escucha con los ojos y habla con las manos.

Los meses son doce hermanos, todos diferentes; los años son una muchedumbre de extraños, todos iguales.